Entre los restauradores de autos antiguos cada cual tiene su estilo. Carlos Martinetti transformó una pickup Chevrolet de 1946 en una poderosa máquina. Una camioneta que atrapa la atención de todas las personas que se encuentran con ella en la calle. --------------------------------------------------------------------------------------------
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El Hot Road es un auto que conserva muchas de las características originales del modelo pero con una mecánica moderna muy preparada.
Este es un concepto bastante genérico, ya que dentro de los hot road existen los que son sumamente modificados y los que son más moderados, estos últimos tienen prestaciones como para poder circular sin inconvenientes por cualquier calle de una ciudad, son los street road.
Carlos Martinetti es un fanático de este tipo de autos y hace varios años se dio el gusto de tener uno tal cual lo quería tener. De hecho, en el año '94 comenzó a darle vueltas la idea de tener uno de estos. En un primer momento se inclinaba por tener un auto, pero finalmente "construyó" una camioneta.
Así fue que en el año 1995 tuvo la oportunidad de comprar una vieja camioneta Chevrolet modelo 1946.
Esta camioneta perteneció a don Valentín Cieri, un hombre que se había dedicado a los trabajos metalúrgicos. Cuando este vecino falleció, su familia puso a la venta la antigua camioneta que había sido de su propiedad.
Ese dato le llegó a Martinetti por parte de un chapista que vivía en el vecindario del otrora propietario de la "chata".
Cuando la Chevrolet estuvo en su poder rápidamente comenzaron los trabajos de restauración.
Los primeros pasos fueron dados en el taller chapista (que fue el mismo que le había facilitado el dato para comprarla).
Cuenta Martinetti -además eso queda claro cuando se mira la camioneta- que ese chapista hizo un trabajo excelente; un trabajo muy prolijo.
"Fue un trabajo muy paciente el del chapista", contó Carlos al referirse a esto, "hizo un trabajo muy bueno ensanchando los guardabarros tanto delanteros como traseros. Los ensanchó por el medio y no como se hace habitualmente en el costado, porque eso al final se nota. En este caso se ensanchó del medio, ese es un detalle que le llama la atención a los entendidos, porque quieren ver dónde está ensanchado y realmente no te das cuenta", continuó explicando. Eso es verdad, salta a la vista cuando se mira la camioneta cómo esos enormes guardabarros realzan la línea de la Chevrolet. Pero la existencia de estos no es sólo "capricho", tienen una razón de ser y ésta es que los mismos tienen que cubrir las enormes cubiertas que Martinetti eligió para su hot road.
Pero estos no son los únicos toques personales que este restaurador le dio a su camioneta. Los cromados también son muy preponderantes, y si no lo creen miren no más esa enorme parrilla que se destaca en el frente. El cromado es casi una regla en los hot road, practicamente no hay de estos vehículos sin algún accesorio cromado.
Un color diferente
Pero si queremos hablar de los detalles llamativos de esta camioneta no podemos pasar por alto el (prácticamente) exclusivo color. Según Martinetti su Chevrolet fue pintada con un color que definiría como "magenta de Isuzu del '94". Él contó que la camioneta fue pintada en un taller de Chacabuco. Pero para lograr el color que quería tuvo que ir a una pinturería de Junín, porque cuando se le hizo este trabajo en nuestra ciudad aún no se preparaba la pintura por medio de una computadora.
Un poderoso motor
Fue mucho el trabajo que se le realizó para que quede tal cual es hoy. Habrán notado que aún no hablamos del motor. Para tener una máquina poderosa Martinetti compró una cupé Chevy Serie II modelo 1973. Contó que a este auto se le había roto el motor y su propietario decidió venderlo. Más allá de eso el auto esta impecable.
El Chevy fue desmantelado, el motor reparado a nuevo y muchos de los accesorios de este se le pusieron a la "chata". "De ahí le sacamos toda la mecánica y el falso chasis de adelante que lo adaptamos a la camioneta. Además sacamos todo lo que es tablero, pedalera, barra de dirección, caja y diferencial. La parte de abajo se uso toda", contó el orgulloso propietario.
Como la carrocería estaba muy bien conservada la vendió y ésta fue usada para armar un auto de turismo carretera.
"El motor se hizo completamente a cero; hoy en día tiene 15 mil kilómetros después de diez años de uso. Incluso esos 15 mil kilómetros están hechos en la gran mayoría en los viajes que realizo cada fin de año a encuentros, ya que cada viaje por lo menos son mil y pico kilómetros, es decir que el resto del año andamos en promedio muy poquito", destacó.
"El motor está estandar; a su vez, de fábrica tiene 173 caballos de fuerza, que no es poco", agregó.
Otras parte del Chevy que se le adaptó fue "una inserción en el frente de lo que le llaman 'la araña', o el falso chasis, eso indica que tiene una suspensión independiente delantera y atrás es con elástico y amortiguadores", dijo y agregó: "Algo que nos llamó la atención cuando la estábamos armando fue que la distancia entre ejes era exactamente igual en la Chevy y en la camioneta original. Por eso fue sencillo adaptar lo que fue la carrocería, porque se injertó el falso chasis y la distancia entre ejes quedó la misma, quedó el mismo cardan de la cupe".
Además explicó que después se le modificó la altura con los espirales, porque la camioneta es baja: "Baja sin exagerar por motivo de las calles que tenemos, pero igual por ahí en algunos lugares te llevás puestos en las rutas los lomos de burro que están sin marcar".
Otras modificaciones
La parte del capot también tuvo que ser modificada porque en estas camionetas se abría como alas de gaviota. Martinetti explicó que se modificó porque este es un vehículo que puede andar bastante ligero -en la ruta puede andar a 170 tranquilamente- y eso es un poco peligroso, tiene el riesgo de que se levante.
Para explicar el trabajo que se le realizó dijo: “Entonces le hicimos una nariz en la parte superior, arriba de la amplia parrilla que tiene y a continuación el capot sacable, que lo hicimos en fibra de vidrio. No tiene visagras, es decir que se pone y se saca. Cuando vamos a una exposición se lo sacamos para que se vea el motor cromado”.
Otros detalles personales están en los faroles. Los delanteros a diferencia del modelo salido de fábrica están embutidos en los guardabarros. Para los traseros utilizó faros de un Volkswagen Escarabajo de los años '80, que tienen una forma oval que pega perfectamente con la línea de la camioneta.
Al fin terminada
Así fue como Martinetti llegó al año '98 construyendo su Chevrolet personalizada. Una vez que la camioneta estuvo terminada no se le modificó nada más. O sea, estaba terminada. Solamente se le realizaron algunas reparaciones como a cualquier vehículo, pero nada que altere la idea original.
Contó Carlos que es un vehículo que se pone muy poco en marcha, "sólo una vez por mes, más o menos", dice. Pero, eso sí, se da el gusto de realizar cada fin de año un viaje para participar de un encuentro de la Asociación Argentina de Hot Road. Por este motivo viajó tres veces a Mar del Plata y también a Córdoba entre otros destinos.
Además, suele participar periódicamente en encuentros y exposiciones que se realizan en distintas ciudades, especialmente de la zona -entre estas citó Lincoln, Junín, Roque Pérez, San Pedro y San Nicolás-, "en donde uno viaja con los amigos y va conociendo gente", apuntó.
Por qué eligió un hot road
Ante la pregunta "¿Por qué eligió un hot road?" Martinetti respondió que desde chico le fascinaron los autos. "Siempre fui fanático de los autos en general, y después siendo grande me empezó a gustar la restauración, que en la Argentina se comenzó a hacer en los años '90. En particular me gustaban los hot road, porque estos son como un auto personalizado; está hecho a gusto de uno, por lo menos en gran parte, te permite la creatividad en lo que hace a algunos detalles. Básicamente por eso fue la idea de comprar un auto".
Finalizó afirmando: "También lo que me entusiasmó fue mi hijo mayor que también es un fanático de los autos y me ayudó mucho, trabajo un montón al lado mío. Otro de los motivos pudo haber sido que en aquella época teníamos una moto grande y esa fue una forma de dejarla de lado. Fue un poco por todo eso que terminé haciendo la camioneta".
Este es un concepto bastante genérico, ya que dentro de los hot road existen los que son sumamente modificados y los que son más moderados, estos últimos tienen prestaciones como para poder circular sin inconvenientes por cualquier calle de una ciudad, son los street road.
Carlos Martinetti es un fanático de este tipo de autos y hace varios años se dio el gusto de tener uno tal cual lo quería tener. De hecho, en el año '94 comenzó a darle vueltas la idea de tener uno de estos. En un primer momento se inclinaba por tener un auto, pero finalmente "construyó" una camioneta.
Así fue que en el año 1995 tuvo la oportunidad de comprar una vieja camioneta Chevrolet modelo 1946.
Esta camioneta perteneció a don Valentín Cieri, un hombre que se había dedicado a los trabajos metalúrgicos. Cuando este vecino falleció, su familia puso a la venta la antigua camioneta que había sido de su propiedad.
Ese dato le llegó a Martinetti por parte de un chapista que vivía en el vecindario del otrora propietario de la "chata".
Cuando la Chevrolet estuvo en su poder rápidamente comenzaron los trabajos de restauración.
Los primeros pasos fueron dados en el taller chapista (que fue el mismo que le había facilitado el dato para comprarla).
Cuenta Martinetti -además eso queda claro cuando se mira la camioneta- que ese chapista hizo un trabajo excelente; un trabajo muy prolijo.
"Fue un trabajo muy paciente el del chapista", contó Carlos al referirse a esto, "hizo un trabajo muy bueno ensanchando los guardabarros tanto delanteros como traseros. Los ensanchó por el medio y no como se hace habitualmente en el costado, porque eso al final se nota. En este caso se ensanchó del medio, ese es un detalle que le llama la atención a los entendidos, porque quieren ver dónde está ensanchado y realmente no te das cuenta", continuó explicando. Eso es verdad, salta a la vista cuando se mira la camioneta cómo esos enormes guardabarros realzan la línea de la Chevrolet. Pero la existencia de estos no es sólo "capricho", tienen una razón de ser y ésta es que los mismos tienen que cubrir las enormes cubiertas que Martinetti eligió para su hot road.
Pero estos no son los únicos toques personales que este restaurador le dio a su camioneta. Los cromados también son muy preponderantes, y si no lo creen miren no más esa enorme parrilla que se destaca en el frente. El cromado es casi una regla en los hot road, practicamente no hay de estos vehículos sin algún accesorio cromado.
Un color diferente
Pero si queremos hablar de los detalles llamativos de esta camioneta no podemos pasar por alto el (prácticamente) exclusivo color. Según Martinetti su Chevrolet fue pintada con un color que definiría como "magenta de Isuzu del '94". Él contó que la camioneta fue pintada en un taller de Chacabuco. Pero para lograr el color que quería tuvo que ir a una pinturería de Junín, porque cuando se le hizo este trabajo en nuestra ciudad aún no se preparaba la pintura por medio de una computadora.
Un poderoso motor
Fue mucho el trabajo que se le realizó para que quede tal cual es hoy. Habrán notado que aún no hablamos del motor. Para tener una máquina poderosa Martinetti compró una cupé Chevy Serie II modelo 1973. Contó que a este auto se le había roto el motor y su propietario decidió venderlo. Más allá de eso el auto esta impecable.
El Chevy fue desmantelado, el motor reparado a nuevo y muchos de los accesorios de este se le pusieron a la "chata". "De ahí le sacamos toda la mecánica y el falso chasis de adelante que lo adaptamos a la camioneta. Además sacamos todo lo que es tablero, pedalera, barra de dirección, caja y diferencial. La parte de abajo se uso toda", contó el orgulloso propietario.
Como la carrocería estaba muy bien conservada la vendió y ésta fue usada para armar un auto de turismo carretera.
"El motor se hizo completamente a cero; hoy en día tiene 15 mil kilómetros después de diez años de uso. Incluso esos 15 mil kilómetros están hechos en la gran mayoría en los viajes que realizo cada fin de año a encuentros, ya que cada viaje por lo menos son mil y pico kilómetros, es decir que el resto del año andamos en promedio muy poquito", destacó.
"El motor está estandar; a su vez, de fábrica tiene 173 caballos de fuerza, que no es poco", agregó.
Otras parte del Chevy que se le adaptó fue "una inserción en el frente de lo que le llaman 'la araña', o el falso chasis, eso indica que tiene una suspensión independiente delantera y atrás es con elástico y amortiguadores", dijo y agregó: "Algo que nos llamó la atención cuando la estábamos armando fue que la distancia entre ejes era exactamente igual en la Chevy y en la camioneta original. Por eso fue sencillo adaptar lo que fue la carrocería, porque se injertó el falso chasis y la distancia entre ejes quedó la misma, quedó el mismo cardan de la cupe".
Además explicó que después se le modificó la altura con los espirales, porque la camioneta es baja: "Baja sin exagerar por motivo de las calles que tenemos, pero igual por ahí en algunos lugares te llevás puestos en las rutas los lomos de burro que están sin marcar".
Otras modificaciones
La parte del capot también tuvo que ser modificada porque en estas camionetas se abría como alas de gaviota. Martinetti explicó que se modificó porque este es un vehículo que puede andar bastante ligero -en la ruta puede andar a 170 tranquilamente- y eso es un poco peligroso, tiene el riesgo de que se levante.
Para explicar el trabajo que se le realizó dijo: “Entonces le hicimos una nariz en la parte superior, arriba de la amplia parrilla que tiene y a continuación el capot sacable, que lo hicimos en fibra de vidrio. No tiene visagras, es decir que se pone y se saca. Cuando vamos a una exposición se lo sacamos para que se vea el motor cromado”.
Otros detalles personales están en los faroles. Los delanteros a diferencia del modelo salido de fábrica están embutidos en los guardabarros. Para los traseros utilizó faros de un Volkswagen Escarabajo de los años '80, que tienen una forma oval que pega perfectamente con la línea de la camioneta.
Al fin terminada
Así fue como Martinetti llegó al año '98 construyendo su Chevrolet personalizada. Una vez que la camioneta estuvo terminada no se le modificó nada más. O sea, estaba terminada. Solamente se le realizaron algunas reparaciones como a cualquier vehículo, pero nada que altere la idea original.
Contó Carlos que es un vehículo que se pone muy poco en marcha, "sólo una vez por mes, más o menos", dice. Pero, eso sí, se da el gusto de realizar cada fin de año un viaje para participar de un encuentro de la Asociación Argentina de Hot Road. Por este motivo viajó tres veces a Mar del Plata y también a Córdoba entre otros destinos.
Además, suele participar periódicamente en encuentros y exposiciones que se realizan en distintas ciudades, especialmente de la zona -entre estas citó Lincoln, Junín, Roque Pérez, San Pedro y San Nicolás-, "en donde uno viaja con los amigos y va conociendo gente", apuntó.
Por qué eligió un hot road
Ante la pregunta "¿Por qué eligió un hot road?" Martinetti respondió que desde chico le fascinaron los autos. "Siempre fui fanático de los autos en general, y después siendo grande me empezó a gustar la restauración, que en la Argentina se comenzó a hacer en los años '90. En particular me gustaban los hot road, porque estos son como un auto personalizado; está hecho a gusto de uno, por lo menos en gran parte, te permite la creatividad en lo que hace a algunos detalles. Básicamente por eso fue la idea de comprar un auto".
Finalizó afirmando: "También lo que me entusiasmó fue mi hijo mayor que también es un fanático de los autos y me ayudó mucho, trabajo un montón al lado mío. Otro de los motivos pudo haber sido que en aquella época teníamos una moto grande y esa fue una forma de dejarla de lado. Fue un poco por todo eso que terminé haciendo la camioneta".
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